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DESTINO CHILE

En unos pocos días nos iremos a participar al Concurso Mundial Bruxelles de Chile. Aunque el Concurso ya se viene celebrando desde 2007, en esta edición cambian el formato, reducen el número de catadores y aplican el método que “la inmersión”, nos pasaremos 12 días recorriendo zonas vitivinícolas y visitando bodegas, además de las propias catas del Concurso.

Panel de catadores internacionales

La oportunidad es única ya que no se podrá repetir en estos términos (seguramente por su elevado coste) y el momento para mí perfecto.

La primera vez que probé un vino chileno fue hace 20 años cuando fundamos O Carro, la primera vinoteca de A Coruña. Uno o dos años después en el stand oficial de Chile en Vinexpo, tuve la oportunidad de probar un elevado número de vinos de gama media y poder empezar a entenderlos y valorarlos. Pero en los dos últimos años, al participar en concursos internacionales he podido probar en cata ciega un elevado número de vinos de alto nivel sin saber su procedencia. Y esto lo ha cambiado todo. He probado vinos chilenos de alta gama monovarietales de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot y no aparecían “pirazinas” (aromas vegetales), ya no más pimiento verde o ruda, ni siquiera pimienta, eran pura mermelada.

Fascinado por el hallazgo, pregunto a los que saben más de esto y me dicen que es por la maduración propia de los terruños. Pero no me vale la respuesta, yo he probado grandes Cabernets y Merlots de Australia o Nueva Zelanda, o los del propio Chile de hace unos años hacia aquí han cambiado y estando buenos,  antes se les notaban las pirazinas. No es cuestión de terruño o cepas jóvenes, los que hayan tenido oportunidad de probar los grandes vinos chilenos de cepas centenarias, verán como están dejando de “cabernear” (palabro no reconocido, pero definitorio). Así que en este caso no es tanto un tema de viticultura, si no de enología.

Y sabiendo lo que busco, consigo entre cierto secretismo, enterarme de que el pasado año y esta vendimia han ido algunos avispados enólogos y bodegueros españoles a aprender los sistemas de elaboración que eliminan esos verdores. Parece que esta novedosa técnica enológica consiste en un proceso prefermentativo de someter la uva a un intercambio de temperaturas mediante un sofisticado sistema de “baño maria” en cadena.

Trataré de verlo insitu. Seguiremos informando

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