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¿CÓMO INFLUYE LA RAZA EN LA EMBRIAGUEZ? CAUCÁSICOS VS ORIENTALES

La genética es fundamental para entender la descomposición del alcohol etílico en nuestro organismo. Y es que numerosos estudios han puesto el foco sobre las distintas razas y su forma de asimilar el etanol. Dentro de estos estudios, se ha podido constatar cómo la predisposición genética de algunas etnias, facilita el consumo de alcohol mientras otras lo dificultan por sus efectos adversos.

Dentro de nuestro organismo hay varios sistemas enzimáticos (como el formado por el citocromo P450 y la catalasa) que participan en el metabolismo de descomposición del etanol, pero serán las enzimas ADH (alcohol deshidrogenasa) y ALDH (aldehído deshidrogenasa) las que tomen mayor protagonismo.

Estas enzimas tienen funciones distintas pero que se complementan. La primera en entrar en juego es la ADH que se encargará de descomponer la molécula del etanol produciendo acetaldehído (que es la toxina que causa la mayor parte de la sintomatología de la embriaguez y posterior resaca). Esta enzima se encuentra principalmente en el hígado, pero también en otros órganos como el intestino. Una vez oxidado el etanol, llega la ALDH (sobre todo su variante ALDH2) que será la que catalice la oxidación del acetaldehído en acetato, eliminando la toxina (el acetato seguirá descomponiéndose con otras enzimas). El problema es que la ADH es capaz de generar acetaldehído más rápido de lo que la ALDH es capaz de oxidarlo, acumulándose en el organismo y dando lugar a los síntomas que todos conocemos de la intoxicación etílica. Motivo por el cual siempre es recomendable beber con responsabilidad, conociendo los límites y tiempos de nuestro organismo.

Hasta aquí todo bien, un proceso bioquímico que tiene lugar en todos los humanos. Pero resulta que existen distintas variantes de ambas enzimas.

La conocida como “ADH atípica” (ADH2*2) tiene una capacidad de oxidación del etanol mayor de lo normal, produciendo acetaldehído (toxina) más rápidamente. Por su parte la forma inactiva de la ALDH2 (ALDH2*2) tiene un déficit en la metabolización del acetaldehído. Esto quiere decir que la combinación de ambas enzimas resultará en una intoxicación etílica más acelerada de lo normal al acumular la toxina más rápidamente y tardando más en descomponerla.

Y aquí es donde entra la genética étnica. Mientras que sólo un 40% de la población europea tiene la versión atípica de la ADH (ADH2*2), la población asiática oriental la tiene en un 85%. Además, la forma inactiva de la ALDH2 (ALDH2*2) tiene una incidencia del 10% en caucásicos, mientras que la tiene del 40% en orientales. Esto supone que una proporción muy alta de los asiáticos (sobre todo aquellos de ascendencia china, nipona, mongola y vietnamita) se embriagará con mayor celeridad que la mayoría de los caucásicos por la acumulación en su organismo de acetaldehído.

El porqué de estas alteraciones probablemente haya que buscarlo en la adaptación ambiental, culinaria y cultural de cada raza durante decenas o centenares de generaciones. Sin duda somos lo que comemos y bebemos.

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