Desde hace décadas llevamos felicitando el Solsticio de Invierno (no sin escarnio por parte de muchos ofendidos) ya que es la matriz sobre la que se desarrollan estos días festivos en toda Europa. No es un revisionismo histórico ni una revancha cultural.

Nos gusta porque alude al calendario agronómico, celebra el cambio de un ciclo y el comienzo de otro y toda creencia y cultura lo ha incorporado como una de las épocas más relevantes del año.

Navidad es una de sus manifestaciones; que celebramos porque es la cultura judeocristiana en la que nos hemos criado. El “Solsticio de Invierno” nace del estudio de los ciclos climáticos y su impacto en la agricultura. Celebramos el Solsticio para dar protagonismo al campo, al desarrollo rural y visibilizar la importancia cultural que tiene más allá de nuestras creencias particulares. En cierta medida, representa los cimientos de la civilización.

Entre nuestra cultura y la civilización, nos decantamos por la segunda. Pero vaya, que feliz Navidad también.