Blog

CONOCIENDO LA CEPA MÁS LARGA DEL MUNDO Y DESCUBRIENDO HISTORIA DEL VINO EN EL BRITISH MUSEUM

THE GREAT VINE, HAMPTON COURT (1768)
En 1863 el mundo del vino vería temblar sus cimientos con la identificación en Europa de la Filoxera.
Este parásito causó estragos inimaginables y cambió la viticultura mundial en apenas 50 años. Su entrada en Europa fue consecuencia indirecta de un intento por detener el avance del Oidium introducido unas décadas antes accidentalmente (1845). Aunque la importación de material genético vegetal desde América fue común desde el siglo XV, la tecnología jugaría una mala pasada a los viticultores.
Los viajes de ultramar solían llevar varias semanas y dificultaban la supervivencia de los patógenos, por lo que al llegar a Europa, las plantas se encontraban libres de los perniciosos hongos y pulgones. Sin embargo, con el desarrollo de los barcos de vapor, los tiempos de desplazamiento se acortaron considerablemente y Oidium, Filoxera y Midium proliferaron en el viejo continente.
La entrada solía ser por Inglaterra ya que dominaba en gran medida el comercio con América del Norte, donde la Filoxera fue identificada por primera vez en 1854. Este parásito entró infectando una partida de la variedad Isabella, un cruce interespecífico oriundo de Norteamérica muy resistente al Oidium. Desde Londres viajó hasta Languedoc donde se documentó en 1863.
Y hasta Inglaterra me he desplazado haciendo el recorrido inverso del histórico viaje por Europa de la Filoxera para visitar una cepa icónica, plantada en 1768 en el primer invernadero de Hampton Court. Conocida como “The Great Vine” no sólo es la más larga del mundo (constatado por el Libro Guiness en 2005), sino que ha sido testigo en primera fila de las sistemáticas entradas de parásitos de la vid en Europa.
Esta cepa de Schiava Grossa (Black Hamburg, Trollinger…) ha sobrevivido casi 3 siglos en el punto “0” del apocalipsis de la viticultura y en un clima hostil para ella. Mi más profundo respeto y admiración por esta superviviente.

LOS TESOROS VITIVINÍCOLAS DEL BRITISH MUSEUM

Somos unos fanáticos de la arqueología, la antropología y la historia. Una de nuestras “manías” al visitar una ciudad es ir directos a los museos de Historia Natural y de Arqueología.
En estos días en Londres hemos vuelto a visitar algunos de nuestros museos fetiche; en el British Museum podríamos perdernos durante días. Aquí, muchos de los objetos vinculados con el vino los descubrimos hace años: la proto-venencia y proto-tastevin griegos del siglo V a.n.e., el relieve con elaboración de “defrutum” romano del siglo III a.n.e. o las imponentes ánforas del 3.250 a.n.e. que en el Antiguo Egipto ya se sellaban con “etiquetas” de barro en las que, con sellos cilíndricos, se grababa el lugar de procedencia del vino y el elaborador.
Otras piezas las vamos descubriendo en nuestras nuevas visitas y así fue ayer, cuando nos fijamos en los relieves de Lachish (700-681 a.n.e.) sitos en una de las salas más majestuosas del Imperio Neo-Asirio.
En estos relieves se refleja la controvertida victoria del rey Sennacherib sobre el Reino de Judea en la ciudad que da nombre a los relieves (que algunos autores llegan a identificar con Jerusalén). En los grabados se presenta a Sennacherib sobre un trono decidiendo el futuro de los prisioneros frente a las puertas de la ciudad tomada.
Nos llamó particularmente la atención que sobre el Rey y los soldados, se encuentran varias cepas de vid llenas de racimos lo que sin duda muestra la relevancia de la viticultura en la zona. Además, al representarlas por encima del rey Sennacherib (denominado en el grabado como “rey del universo, rey de Asiria”) le otorgan un halo de divinidad más propio de un alimento de dioses que de humanos.
Si es que la humanidad ya lo sabe desde hace milenios: no hay bebida más celestial que el vino.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*