Después de un mes catando intensamente vinos de todo el mundo, es un placer volver a catar y a disfrutar de los vinos gallegos. Ayer junto a 10 compañeros de toda Galicia y de Madrid, catamos a ciegas más de 100 vinos de la DO Valdeorras entre blancos, tintos y un espumoso.

La cata de ayer demostró, una vez más, que las cotas de calidad de los godellos de Valdeorras están lejos del alcance para otras zonas.

Pero la gran sorpresa para nosotros fueron los tintos. Y es que la pandemia demoró el embotellado del 2019 y, durante la cata del año pasado, los vinos se mostraban con un perfil más vegetal, con nervio y ciertas aristas. La misma pandemia hizo que muchas de las bodegas no hayan podido dar salida a todo su stock del 2019, por lo que gran parte de los tintos han sido recatados ayer con un año de botella encima.

El resultado no podía ser más grato: los verdores desaparecieron dando paso a la fruta y especiados, el nervio se convirtió en frescura y las aristas se han pulido.

Un año bajo de ventas y acumulación de stock ha desembocado en vinos más redondos, complejos y divertidos. No hay mal que por bien no venga.