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PETRUS: CONOCIENDO LAS ENTRAÑAS DE UNA LEYENDA

Poder visitar la bodega de Petrus ya resulta imponente, pero catar en primicia la añada 2018 es algo excepcional. Gracias a su directora de exportación Elisabeth Jaubert, pudimos adentrarnos en esta mítica bodega y conocer a fondo un nombre tan importante en el mundo del vino como lo es el de Petrus.

Cuando te explican la composición edáfica, el sistema de poda, la selección masal, la orografía… entiendes todo lo demás. Es un mundo diferente, es una bodega inusual, más sobria y sencilla de lo que se podría imaginar.

Una de las cosas que más nos llamó la atención fueron 7 animales de peluche que “oteaban” la bodega. Cuando inauguraron el nuevo espacio de vinificación (2012), les regalaron un peluche como broma para “vigilarlos”. Desde entonces cada año incorporan un peluche que les regalan amigos de distintos países como amuleto de buena suerte. Fijándose bien en la foto, hay un toro pequeño que representa a nuestro país. Tienen una habitación llena de peluches esperando su añada para incorporarse a los “amuletos”, y ya sabemos que el del año que viene será un kiwi (ave) neozelandés.

Al vino aún le quedan unos meses de reposo en barricas bordelesas, pero la materia prima original es espectacular. La 2018 ha sido muy buena (sobre todo en comparación con la 2017, más afectada por las heladas). Llevan una tendencia de añadas cálidas por el cambio climático, pero con el conveniente trabajo en viña (menos deshojado, exhaustivo control de rendimientos, poda milimétrica…) sus 14,5° de alcohol son apenas imperceptibles. Esto es posible gracias, en parte, a un PH que no llega a 3,5 con una maduración fenólica y tánica inusual en la Merlot. Gran parte del secreto de esta armonía química y sensorial parte del suelo arcilloso (con arcilla azul en los estratos más profundos y gravas en superficie), su altitud (el promontorio más elevado de todo el entorno), unos rendimientos de 35 hectolitros/ha. y una selección masal de unas decenas de clones muy específicos.

En conclusión, un Petrus el del 2018 poderoso pero fresco y con una pureza casi divina.

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