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Premios de Vinos y Aguardientes ACIOS 2011

ACIOS 2011

Un año más, fiel a su cita, la Xunta ha convocado los más reconocidos premios de vinos y aguardientes de cuantos se celebran en Galicia. Son la XXIII edición en Viños y la XIII en Augardentes, todo un histórico.

Digo los más reconocidos por el consumidor y así debe ser, ya que  los vinos que obtienen los Acios de Oro se venden con muchísima facilidad. Sin embargo si hablamos en clave sectorial, tienen mayor interés para las bodegas las DISTINCIONES GALLAECIA que otorga la Asociación de Sumilleres de Galicia,  desde hace 11 años o los premios EXCELENCIA que convoca la Asociación Galega de Catadores desde hace 3 años. Prueba de ello es que a estos dos últimos concursos se presentan 400 referencias entre vinos y aguardientes, más del doble de muestras que a los ACIOS.

Contrariamente a lo que creen los organizadores de concursos de vinos, en los que participa un amplio número de muestras no son los mejores, o en los que el jurado está formado por los más prestigiosos catadores, o por un amplísimo panel de ellos, ni si quiera en los que se presentan las marcas más reputadas. Los “mejores” concursos son los que más publicitan los resultados. Por lo tanto es ahí donde hay que hacer el esfuerzo.

Aún teniendo claro que lo importante es la fachada, los premios, y es ahí donde hay que incidir, no se deben descuidar los pormenores. Si entramos en la trastienda de un concurso de vinos, no de belleza (ya me gustaría a mí, no aclaro si de misses o misters), hay dos aspectos fundamentales: la recogidas de muestras, no es lo mismo que lo faciliten las bodegas (a saber lo que te envían), a que vayas a la bodega y, entre un amplio número de cajas, escojas libremente los vinos para el concurso, lo que viene haciendo bien la Xunta en las últimas ediciones. El otro punto crítico es la selección de catadores, esto merece una explicación más amplia.

En los concursos internacionales, + del 50% de los catadores deben de ser originarios de países diferentes de donde se convoca. Por lo tanto, el enorme valor de las particularidades que los vinos puedan transmitir de su lugar de procedencia, por desconocimiento de ellas, no son tenidas en cuenta por los catadores. Así, factores como suelo, clima y adaptación de la variedad al entorno no son valorados; falta por lo tanto el mayor valor, lo que los hace no mejores o peores, si no diferentes: LA TIPICIDAD. Así se explica porqué los vinos premiados en estos concursos son casi siempre los mismos y todos similares. Vinos técnicamente bien elaborados y con un perfil de elevada intensidad aromática, buena estructura y siempre algo abocados (dulzones). Eso sí, todos ellos sin alma.

Si los organizadores de un concurso de ámbito local o regional por papanatismo convocan a catadores foráneos, siempre premiaran vinos de perfil internacional, en perjuicio de los que atesoran autenticidad y que son los que realmente revalorizan el territorio.

Cuando los CC.RR. o las Consejerías de turno se empecinan en traer periodistas y sumilleres de otras latitudes para los concursos, a parte de ser costosísimo, puntuarán según sus gustos, obviando la tipicidad. ¿Invitarías a un grupo de antropófagos a cenar?, asaz burdo el ejemplo, pero descriptivo.

Los CC.RR. de los vinos de Canarias lo tienen muy claro. Aparte de tener una enorme diversidad climática y de variedades autóctonas, en sus concursos sólo permiten un máximo de 20% de catadores foráneos, como manda el sentido común. La pasada primavera tuve el honor de ser uno de esos pocos afortunados foráneos que participan en sus catas. Aunque llegué como lo que ellos denominan “godo”, mi afán de aprender de ellos las  singularidades de sus vinos, y una vez entendidas a valorarlas como expresión de sus “terroirs”, me permitieron pasar a ser “peninsular”. O eres canario, o tienes que estar muy ducho para diferenciar algunos de los aromas propios de los suelos volcánicos que se pueden confundir con olores de malas elaboraciones en vinos de otros lugares.

El catador poco experimentado rechaza los aromas de licorella (suelo pizarroso) de los buenos prioratos. O los marcados aromas de hidrocarburos (carburo, nafta) de los vinos elaborados con uvas risling plantadas en suelos de las pizarras azules de Alsacia. O los aromas varietales de la garnacha blanca, los catadores gallegos solemos identificarlos como oxidación. O el carácter amargoso de nuestros blancos que les imprime autenticidad, los catadores no gallegos tienden a etiquetarlo como defecto de amargor, con el que no tiene nada que ver; y para complacer esos gustos, algunos de nuestros bodegueros torpemente tratan de enmascararlo, haciendo los vinos más dulzones e inestables.

Este año, por motivos de ahorro, la Xunta a convocado a un solo catador foráneo a los Acios, algo bueno tenía que tener la crisis. Ahora toca esperar a que se publiquen los resultados. Confiemos que los políticos se miren menos el ombligo y les entre “un pouco de sentidiño” y no hagan como en las dos últimas ediciones que los publicaron a la vuelta de las vacaciones, cuando ya no había turistas y había pasado el tirón de ventas.

El pasado jueves, al finalizar las sesiones de cata he hablado con el resto de catadores y he llegado a la conclusión de que el vino al que se le otorgará el Acio de Oro como mejor blanco 2010 de Galicia es el que tenía el “dorsal” nº1 en orden de cata, lo que personalmente me reconforta ya que para mí fue el mejor, con esos valores que tanto me agradan: elegancia y complejidad, junto con una equilibrada acidez. Evidentemente no tengo ni remota idea de cual puede ser, sí creo saber la zona, pero prefiero no tirarme a la piscina, no vaya a ser que ésta no tenga agua. Con el galardón del mejor tinto no puedo estar en más desacuerdo si el ganador es el nº 3, y todo parece que a muchos de mis compañeros fue el que más les gustó. Personalmente me parece un pinocho (todo madera), lo digo ahora antes de saber el nombre y queda dicho, después no me atreveré, y si es necesario lo negaré todo.

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